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A las avemarías ajenas que le ganaron el cielo a muchos.

Señoritas avemarías ajenas.

¿Alguna vez se han percatado de la cantidad de conflictos que gracias a ustedes se han generado entre los humanos?


Vengan les cuento. Ustedes señoritas, tienen muchos nombres: Ramos robados, trofeos de otros, flores ajenas. Entre muchos otros que se refieren a las situaciones en donde una persona recibe un reconocimiento, felicitación o agradecimiento por los méritos, trabajo, conocimiento o dinero de otra persona.


Estas situaciones se presentan de mil maneras en el día a día de todos los que habitamos en esta tierra y aquí les voy a contar algunas:

Existen las avemarías ajenas falsas. Personalmente las he vivido. A muchas personas como es mi caso, no nos gusta alardear acerca de lo que hacemos o dejamos de hacer. Grave error y gran defecto en el mundo corporativo. En donde muchos crecen a punta de codazos entre sus pares y aprovechan cualquier oportunidad para mostrarse y brillar.

Una de mis mentoras me dice:

– El trabajo brilla por sí mismo–.

Y sí, muchas veces pasa y ojalá el mundo fuera así siempre. Sin embargo, muchas han sido las ocasiones en las que he visto personas que crecen profesionalmente por ser lo suficientemente ruidosas. Esta nota la hago porque esas personas que prefieren que su trabajo brille por si mismo chocan con aquellas que sienten que si no gritan cada cosa que hacen es como si no la hubiesen hecho. Creen que los que no gritan como ellos no hacen “nada”. Simplemente porque no están a los alaridos contándole a todos cada acción, así como ellos. A eso es a lo que yo llamo: Avemarías ajenas falsas.

En la mayoría de los proyectos y logros empresariales el mérito no pertenece a una sola persona. Generalmente cualquier acción exitosa se da gracias a los esfuerzos de muchas personas que pertenecen a diferentes áreas de conocimiento y que aportan con ideas, acciones, contactos y opiniones. Y es aquí donde hacen su primera aparición ustedes señoritas Avemarías Ajenas. Resulta que una de las personas de ese equipo, Pepita, considera que otra persona del equipo, Pepito, “no hizo nada”. Simplemente por que no informo acerca de cada paso o acción que hizo durante el proceso. Desafortunadamente para Pepita, con su grandiosa opinión acerca del trabajo de Pepito se entera que él recibe una felicitación por parte de los superiores del equipo.

Ahora me pregunto:

– ¿Será que ustedes, señoritas avemarías, realmente eran ajenas?–

– ¿Es qué Pepita simplemente no está en la capacidad de reconocer el trabajo de Pepito, porque este no tiene la costumbre de alardear igual que ella?–

– ¿Será que Pepita considera que sus acciones poseen un valor más alto que las que hizo Pepito?–

¿Cuál es la regla de quién tiene más mérito?–

– ¿Podría ser el que hace más, el que sabe más, o el que habla más? – Muchos dirían que en la vida real quien habla más es quien finalmente se queda con las recompensas.

Otra situación muy común la llamo, el pasajero. Como dirían coloquialmente, son aquellos que se montan al bus andando. Y se refiere a aquellas situaciones en donde una persona, intencionalmente, busca ganarse esas avemarías ajenas con acciones de otros y pasa no solo en el mundo corporativo, también en el mundo social y familiar.

Un ejemplo es cuando una persona solamente aparece en el momento en donde se entrega el resultado final de todo un proceso en el cual no participo. Cuando se entrega el regalo del día del padre. En el momento en que la lasaña se sirve en la mesa. Y hasta la presentación del informe final de un proyecto. Aquí lo que sucede es que la persona que acaba de llegar, comienza a utilizar verbos en plural como: picamos, preparamos, compramos, analizamos, desarrollamos entre otros verbos en plural teniendo claro que no pico, no preparo, no compro, no analizo y no desarrollo. Y que por el contrario las otras personas a las cuales muy amablemente esta incluyendo en su discurso fueron quienes participaron activamente en todo el proceso de inicio a fin para lograr ese resultado final.

En el caso del día del padre, por poner un ejemplo. Pepito fue quien consiguió la cuenta de Instagram, buscando el regalo perfecto para su papá. Pepito fue quien posteriormente contacto al proveedor. Hizo la transferencia bancaria. Y por último hizo seguimiento del paquete para que llegara a tiempo. Sin embargo, Pepita su hermana, aparece en la entrega del regalo y dice frases como:


–Estábamos asustados porque pensamos que tu regalo no iba a llegar a tiempo– En ese momento Pepito la mira, voltea los ojos y ríe.


Pepito está acostumbrado a que Pepita haga esto constantemente. Este tipo de situaciones no son graves a nivel familiar y social, Ahora, en el mundo corporativo la cosa cambia, pues resulta que esa felicitación, reconocimiento y mérito puede resultar en una nueva oportunidad de trabajo, ascenso o comisión.

La última y más descarada. La llamo: el robo a mano armada. Es donde esa persona que se esta “ganando el cielo, con avemarías ajenas” no menciona al grupo que lo acompaño en el proceso de desarrollo de aquello que está presentando. O peor aun, si esta persona no participo en el proceso y simplemente esta en la posición de presentar el resultado final. Aquí, ustedes señoritas, no solamente son muy incomodas. También son muy dolorosas. Pues si bien muchas personas no trabajan para recibir reconocimientos y felicitaciones, esperan tenerlo por parte de las personas que reciben el resultado final. Sobre todo si alguien más, que no participo en el proceso, las esta recibiendo en su nombre.

Por poner tres ejemplos de situaciones que he vivido y que visto. En donde ustedes avemarías ajenas, hacen su grandiosa aparición generando conflictos, peleas, resentimientos y heridas entre nosotros los humanos. Pero ¿Qué podemos hacer como seres sociales que constantemente estamos en la posición de Pepito y Pepita?. Lo único que se me ocurre en este momento es entender que nuestro punto de vista no es el único válido. Que existen otras formas de pensar, de hacer y de ver las cosas. Que todas son igual de válidas y merecen ser reconocidas, si aportaron a un logro.

Entender también que ninguno de nosotros es un “producto terminado”. Que estamos en un proceso de evolución y crecimiento. También entender que para muchos es necesario recibir esas felicitaciones y reconocimientos, les pertenezcan o no; con trampa o sin trampa; montados al bus desde el inicio o solo cuando esta andando. Lo que a mi personalmente me queda más difícil es entender que esa “necesidad de reconocimiento” también hace parte de un proceso personal de esas personas. Que debo respetar y aceptar que no soy nadie para juzgar, criticar o señalar. Tampoco para darles mi opinión acerca de lo que yo creo que esta bien o mal. A menos que ellos mismos pidan esa opinión.

Lo que me queda es trabajar en mí. En mi propio proceso. En el cual he de reconocer que muchas veces estuve ahí. Ganándome reconocimientos que no me correspondían. Intencionalmente o de forma accidental, pero estuve en esos zapatos con sus pros y contras. Con todo lo que implica. Y desde ese lugar de empatía y auto reconocimiento aprender las lecciones que esta situación le deja a todos los que participan en ella y sobre todo las lecciones que me deja a mí.

Creo que esa puede ser la gran lección que ustedes nos traen en esas situaciones en las que aparecen. Nos invitan a concentrarnos en nuestro propio proceso. A dejar de mirar si Pepita se merecía o no esa felicitación. Si Pepito debió hacerse sentir cuando le estaban robando el reconocimiento. O si lo que hizo Pepita estuvo bien o mal. Ustedes nos invitan a dejar de mirar afuera y más bien a mirar adentro. A preguntarnos:

–¿Por qué estoy sintiendo rabia por lo que Pepita dijo o hizo?–

–¿Por qué necesito un reconocimiento de otros para validar lo que hago?–

–¿Por qué me cuesta tanto reconocerme y hacer valer mi trabajo?

–¿Por qué me exijo tanto?–

–¿Por qué siento la necesidad de usar el trabajo de otros para ganarme un reconocimiento?–


Y así es como hoy siento que podríamos usarlas a ustedes: Avemarías Ajenas. En nuestro propio beneficio. Un beneficio real y duradero. Un aprendizaje de vida y auto conocimiento más allá de un ramo de flores imaginario representado en un mensaje de Whastapp.

 
 
 

1 comentario


patricia.bernal
patricia.bernal
01 ene 1970

Que importante es traer a la conciencia circunstancias de la vida como las que describes. Es una oportunidad para ver cuando suceden y ponernos los zapatos de las 2 orillas.

Muy bueno. Felicitaciones

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