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A una cucharada de Nutella

Cuelgo el teléfono. No son buenas noticias, sin embargo no puedo hacer nada, solo esperar y prender una velita pidiéndole a la virgen de Guadalupe y a San Antonio que todo salga bien.


Estoy sentada en la silla de mi escritorio. Me balanceo mientras reviso Instagram. 5 Minute Craft, Deslizo. Briza muy fuerte, palmas y mar en el fondo, mi amiga voltea la cámara mientras le da un beso al esposo. Un sticker de palmeras y un texto que lo acompaña: "Por fin vitamin sea".


-¡Me falta todo. El esposo, la playa, las palmas y el vitamin sea!.– Pienso, mientras veo la historia. 


Ahora estoy aún más ansiosa pero esa historia no la deslizo. Me torturo viéndola e identificando cada una de las partes de esa vida que me hacen falta. Siguiente historia: Greeicy bailando. 


- ¡Vieja pa bailar tan lindo!, ¡Yo quiero bailar así!, ¡ Y tener ese cuerpo! Y los veintipico perros. Y la vaca para consentir. Y la gallina que corre para que la abracen.


Me estreso más. Bloqueo el celular. 


Me acuerdo que tengo un frasco de Nutella en la despensa. Mis glándulas salivales me avisan que es hora de ir a buscar ese frasco. Pienso en el waffle de arequipe con nutella, y una bola de helado de brownie que no me he podido comer. Me levanto de la silla y voy a la cocina. Abro la alacena, saco el frasco de vidrio lleno de Nutella. Abro el cajón de cubiertos y busco la cuchara más grande. Abro el frasco, le quito el sello de seguridad. Meto la cuchara como si estuviera buscando un tesoro escondido ahí. Busco y rebusco, pero lo único que encuentro es esa crema de avellanas que creo me va a saciar.


Saco la cuchara y me encuentro con una cúpula redonda y cremosa. Primero le doy un besito dejando la cúpula con una puntita como los techos de las basílicas rusas. Saboreo esa deliciosa mezcla de avellanas con leche y azúcar. En menos de dos minutos ya se me acabó mi deliciosa cucharada de Nutella. 


Mágicamente ya no estoy ansiosa. Ya no me siento preocupada por la llamada. Ya no quiero a la vaca para consentir o los veintipico perros. Ya no quiero el esposo y el “vitamin Sea”. 


- ¡Claro, es que Greeicy no se come una cucharada de Nutella cuando se siente mal! – Me reprocho a mi misma– Ella agarra su equipo de ejercicio y suda el malestar. Por eso ella tiene su cuerpo y yo el mío.


Ahora me siento peor, con culpa y vergüenza. Y me digo: Por eso es que no tengo ni el esposo ni el cuerpo de playa. Y en ese momento se me ilumina el coco, como si cayera sobre mí la luz de un reflector que viene desde el cielo en donde los ángeles están entonando un "AAAHHHH" agudo. Y pienso: 


–Yo no quería una cucharada de Nutella. Lo que quería era quitarme toda esta angustia y ansiedad que tenía.– Y en ese momento me doy cuenta que esa cucharada de Nutella, cualquier postre o chocolate, se convirtieron en mi atajo, rápido y seguro, para no sentir. Para anestesiar el miedo, la angustia, el aburrimiento, la frustración y el dolor. 


Hago un escaneo por mi vida, y como si fuera un libro, comienzo a ver en cada una de sus páginas cómo hacen falta palabras. Veo páginas incompletas, sin sentido. Como si hubiera cogido un borrador y me hubiera puesto en la tarea de eliminar cada una de las palabras que no me gustaban:


Rechazo: No. Esta se va. 

Dolor: ¡Menos! Fuera.

Confusión: mmmmm no, es mejor que no esté ahí.  

Ansiedad: Me da miedo. Borrar.

Incertidumbre: Uy no que jartera, no quiero nada de eso en mi vida.


Entre mucho otros sentimientos que trate de eliminar de las páginas de mi vida, en donde el borrador era un postre, un brownie, una paleta o lo que me hiciera dejar de sentir eso que no me gustaba. 


Y hoy viendo esas páginas incompletas entiendo que sin esas palabras, las páginas no tienen aprendizajes, significado o siquiera recuerdos claros. 


¿Qué es una pérdida, sin dolor?

¿Qué significa una experiencia nueva, sin incertidumbre?

¿Cómo se toman riesgos omitiendo la ansiedad?


Me doy cuenta además que, esa cucharada de Nutella no es la única forma en la que evito esos sentimientos. También me refugio en el celular, en Netflix o buscando algo que hacer con mis amigos y familia. Lo que sea. Menos enfrentarme a ese sentimiento. Me dicen que eso se llama comer emocionalmente, y sí, seguro, porque hambre no tenía y el antojo comenzó después de colgar esa llamada. 


Entonces, querida amiga Nutella, postre querido y chocolate de mis amores: Gracias por estar ahí. Por ayudarme a anestesiar eso que no quería sentir. Pero ahora viendo estas páginas sin sentido creo que es mejor recibir los momentos con los sentimientos que me generan.

Para aprender de ellos.

Para que tengan significado.

Para no perder la totalidad de lo que viene en la experiencia misma de vivir.

Ahora quiero vivir completo. Sin omisiones y anestesias. Y claro ya sé que los tengo a ustedes, y a todas esas anestesias emocionales, para tramitar eso que no quiero sentir, cuando ya no tenga ganas de sentirlas, pero, con la claridad que es una "anestesia" que no es tan recomendable, pues le quita grandes parte de la vida a estas páginas de vivir.



 
 
 

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