Haciendo negocios con el dinero
- Andrea Sarmiento

- 14 ago 2020
- 5 Min. de lectura
Querido Dinero:
Antes que nada, quiero darte las gracias por estar en mi vida.
Porque gracias a ti he tenido oportunidades de acceso a conocimiento y educación. A lugares hermosos. A momentos espectaculares y a personas que me han llenado de alegría.
Gracias a tu ayuda he cumplido todos mis sueños y también me has ayudado a pasar por los momentos más difíciles de mi vida, pues como le dije alguna vez a un amigo:
– Estar en crisis de cualquier índole con plata, no es tan duro como para por una crisis sin ella–.
Sin dejar a un lado que muchas crisis las generamos los humanos en tu nombre, estes en abundancia o escasez. Algo que no tengo que recordarte pues para ti es más que claro, en esta relación que tienes con nosotros. Tu simplemente se conviertes en una excusa de conflicto y no el problema real entre dos o más personas.
Y la verdad es que tú, querido dinero, tienes tantas personalidades. Eres un camaleón para cada persona. Soy consciente que muchos no te ven con tan buenos ojos. He escuchado a personas que dicen que eres un “mal necesario”. Como que te tienen en su vida con disgusto pero les "toca". Otros que sacrifican tiempo y salud mental para tenerte y se relacionan contigo desde la ansiedad. Otros en los que desafortunadamente has sido muy escaso en sus vidas y te ven como una energía maligna que no les ha permitido tener lo que quieren y necesitan. También conozco muchas personas que te acumulan sin ningún propósito en especial, simplemente con el objetivo de tener muchos ceros en su cuenta bancaria. Como tener al genio de Aladdin en la lampara, solo para decir que se tiene al genio, sin utilizar sus poderes. Y otros que por el contrario te derrochan como si tu presencia en su vida fuese inagotable e infinita, efecto que claramente tu no tienes en la vida de las personas.
Entendiendo la diversidad de formas en las que te presentas en la vida de las personas, quiero darte las gracias porque siempre has tenido una muy buena relación con mi familia y conmigo. Pues para mí eres como una mujer guapísima, bondadosa, compinche, amorosa. Una amiga abundante que me complace, me acompaña y me enseña a través de la vida y las experiencias que tenemos juntas.
Y por eso te hago esta carta para entender mi relación contigo. También para que hagamos negocios juntas. Y para que me ayudes a seguir creciendo en todas las áreas de mi vida. Sobre todo disfrutando lo que me queda de ella.
Comienzo por el principio. Cuando era joven muchas veces di nuestra relación por sentado, pues cuando comenzó, fue a través de lo que me entregaban mis padres como mesada en el colegio, y posteriormente en la universidad. Sé que en ese momento te menosprecie, te trate de forma irresponsable, y le quite mucho compromiso a nuestra relación. Pues quienes realmente tenían una relación comprometida y responsable contigo eran mis papás.
Cuando comencé a trabajar nuestra relación comenzó a cambiar. Entendí que era una relación reciproca y que la fuente, desde ese momento en adelante, seria mi trabajo, mi esfuerzo, mi conocimiento y mi capacidad para transformar ideas y pensamientos en acciones.
Desde ese momento nuestra relación se ha venido fortaleciendo con cada decisión que tomo. Primero decidí trabajar durante las vacaciones que tenia entre los semestres durante la universidad. Luego pasarme a la jornada de la noche para comenzar a trabajar ejerciendo mi carrera mientras estudiaba. Después unirme a un grupo extraordinario de profesionales para emprender un negocio propio, y en ese periodo comprar un apartamento y vivir fuera de la casa de mis padres. En la actualidad explorando nuevamente todo lo que el mundo corporativo podía seguirme enseñando siendo empleada y finalmente adoptando a Dali y Lenon dos gatitos preciosos que dependen de mi.
En todo este proceso me has acompañado y realmente siento que eres uno de los mejores maestros de vida, pues a través tuyo he experimentado la satisfacción de recibir el pago por un muy buen trabajo. He aprendido a tomar decisiones difíciles y a escoger. También a sufrir o disfrutar las consecuencias de lo que decido hacer contigo. Me haz enseñado a ser autónoma. A entender qué es lo que realmente disfruto y en qué quiero invertir los frutos de mi trabajo. He aprendido de mesura y regulación pues bien sabes que de eso, poco o nada tenía. Y precisamente por eso me encontré muy apretada muchas veces; no porque tu no me acompañaras, simplemente porque te invertí en lo que no debía.
Como en la mayoría de las áreas de mi vida. Siento que aun tengo mucho por aprender en esta relación contigo. Y ahí vamos, paso a paso, con caídas, revolcadas y algunas metas alcanzadas. En mi experiencia te veo como una “socia” que me permite estar tranquila y segura. Con los recibos de servicios pagos. Mercado en la nevera. Comida y arena de mis gatos al día. Y la cuota del apto pagada. Vivir es muchísimo más agradable que cuando alguno de esos pagos no esta garantizado.
Ya con esa seguridad y tranquilidad puedo comenzar a diseñar las experiencias que quiero vivir. Quién quiero ser y cómo quisiera crecer. Planear todos los lugares que aun quiero conocer. Invitar a mi familia a planes deliciosos. Darle gusto a mis sobrinos. Y sobre todo darme gusto a mí. Sé que una sociedad, como la que tengo contigo, exige un compromiso de mi parte, y que tú como buena socia que eres, tienes unas condiciones que debo cumplir para que me sigas acompañando. Por eso quiero que sepas que puedes esperar de mí y de esta relación de socios que estamos construyendo.
1. Me comprometo a que seré responsable y medida con nuestra relación. Que te cuidare y valoraré como te lo mereces.
2. Me comprometo a que no abusaré de ti y de los beneficios que tu me puedas generar.
3. Me comprometo a que tenerte no me hará sentir más o menos que nadie.
4. Me comprometo a volar liviano, sin excentricidades y pendejadas innecesarias.
5. Me comprometo a que nunca te usare para hacerme daño a mi y a ninguna persona.
6. Me comprometo a generar un impacto positivo con mi familia, amigos, sociedad y planeta.
7. Por último, me comprometo a invertirte en las cosas, momentos y personas que realmente me importan, y sobre todo a disfrutar cada segundo con ellos. Dándote las gracias a través del deleite de cada momento. Sonriendo y amando lo que tu has traído, traes y traerás a mi vida, pues sé que esa es la mejor forma de agradecer.








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