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No estoy dispuesta.

Tiro el celular de mala gana en el sofá. Me muero de rabia por dentro.

Quiero seguir peleando pero esta persona me importa tanto que sé que seguir enganchada es simplemente seguir hiriéndonos. Entonces dejo así.

En estos momentos es fácil darse cuenta de lo permisiva que he sido con respecto a las opiniones que he estado dispuesta a recibir por quienes me rodean. La mayoría de las opiniones y comentarios nacen desde el amor mutuo que existe, sin embargo, hay algunas conversaciones que duelen profundamente, a veces por el qué, otras veces por el cómo. Pero la gran mayoría de veces lo que más duele es de dónde vienen esas opiniones y comentarios.

Es muy difícil explicar o siquiera entender ese dónde. Sin embargo, es facilísimo de sentir. Y cuando uno recibe una opinión o comentario de una persona, se siente exactamente de dónde viene. La gran mayoría de veces como lo dije antes, vienen desde la empatía, la comprensión, el amor y cariño sincero. Pero para algunas otras el origen real suele ser:

– No puedo manejar este dolor/ ira/ frustración/ vergüenza que estoy sintiendo y mi mejor forma de solucionarlo es generándole ese mismo sufrimiento a quienes me rodean. – Desafortunadamente lo hacemos con las personas más cercanas y con quienes más nos quieren.


Todos hemos caído ahí. Personalmente, millones de veces. Y uno se justifica. Cree que no es así. Cree tener la razón, fundamentos claros y razones suficientes para decir lo que dijo. Hasta que logra mirarse en un espejo y darse cuenta que simplemente estaba compartiendo su propia basura emocional. Muchas veces disfrazado con un “te lo digo porque te quiero”, “te lo digo porque me importas” o “No te lo tomes personal”. Frases de cajón que simplemente tratan de ponerle algo de perfume a toda esa basura que acaba de recibir el que esta al frente.

Ahora, ¿Qué puedo hacer después de recibir este comentario que claramente no viene de ningún lugar bonito del interior de esa otra persona? Lo he manejado de diversas formas:


1. Contra-atacar: Hacer una guerra de basura emocional hiriéndonos mutuamente hasta que alguno de los dos no es capaz de recibir más basura.


2. Recibirlo y hacer un efecto cascada: Recibo ese comentario y descargo ese mismo sentimiento en otra persona diferente a la que me lo hizo sentir. Así hacemos una cascada de golpes y heridas entre nuestro circulo cercano.


3. Recibirlo y quedármelo: Me lo quedo para mí. No lo comparto. No lo digiero. Y no lo uso a mi favor. Simplemente lo dejo ahí para darle vueltas. Una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez. Por días, meses o años. Una de las practicas más peligrosas por los efectos físicos y emocionales que puede generar.


4. Recibirlo, analizarlo y transmutarlo: Lo recibo. Siento de dónde viene. Trato de entender los sentimientos que me genera y en la medida que los voy entendiendo voy resolviéndome internamente. Esto es a lo que personalmente llamo transmutar. En donde utilizo ese sentimiento negativo llámese, dolor, ira, vergüenza o frustración; trato de comprender por qué lo estoy sintiendo y si hay algo que deba cambiar en mi o en mi entorno para que la próxima vez que me digan un comentario parecido, no me duela tanto como esa primera vez.

O como me está pasando actualmente: pasar por todas las anteriores en forma de etapas. Proceso por el cual creo haber llegado al final con esta carta. Pues esos sentimientos se desvanecieron y simplemente me quedan los aprendizajes. Que se resuelven en este ejercicio de reflexión en donde entendí que había cosas a las que estaba dispuesta antes, y que ahora no:

– No estoy dispuesta a pedir permiso para ser quien soy. –


– No estoy dispuesta a volver a rechazar mi cuerpo. –


– No estoy dispuesta a volver a aceptar comentarios y opiniones con respecto a lo que debería hacer con mi cuerpo, mi mente y mi vida. –


– No estoy dispuesta a someter mi autoestima a las opiniones de otros. –


– No estoy dispuesta a tener miedo por no cumplir con las expectativas de otros. –


– No estoy dispuesta a sentir que soy inadecuada. –


– No estoy dispuesta a sentir vergüenza por cómo me veo y por lo que digo. –


– No estoy dispuesta a permitir que otros me usen como basurero emocional. –


– No estoy dispuesta a permitir que el exceso de confianza me derrumbe. –


– No estoy dispuesta a reprimir mis talentos por miedo al qué dirán. –


– No estoy dispuesta a no contar mi historia. –


– No estoy dispuesta a seguir temiéndole al rechazo. –


– No estoy dispuesta a ocultar quien realmente soy. –

Entre muchos otros "no estoy dispuesta a..." que seguirán apareciendo en este camino que inició el día que me cansé de pelear con mi cuerpo. Que continúa y seguramente continuará recorriendo todos esos pequeños rincones de mi alma a los que tanto miedo me da acercarme y que se activan con cada conversación u opinión que recibo. Por lo que escribo, hago, siento o digo.


Rincones que develan mi alma, mi historia y mis sentimientos. Representados en un laberinto obscuro y difícil que yo misma construí. En el que la escritura y esos espejos que se me aparecen todos los días en forma de personas, conversaciones y situaciones han funcionado como antorcha para iluminar, ver, entender y sanar todo eso que decidí esconder.

 
 
 

1 comentario


patricia.bernal
patricia.bernal
01 ene 1970

Importante la alquimia que se da en puntos de ebullición donde se convierte, por ejemplo, el agua en vapor y cambia su estado anterior.

En la vida también se presenta la alquimia para cambiar y como resultado vivir mas feliz y en paz. Estamos alineadas. Felicitaciones por tu escrito.

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